Girasoles…
Cuando la última gota calló Wilkilén ya estaba en la puerta de su casa dispuesta a ir al encuentro…la fuga no seria muy difícil...Kuy-kuyen debía conseguir alimento para sus hijos quienes ya hacían notar en sus rostros el desabastecimiento y Cucub se encontraba lejos para detenerla con interrogantes. Claro que si esto hubiera sido distinto no habría significado que la niña no se destrenzaría el pelo, cualquiera que viera aquellos ojos enamorados fijos en el bosque sabría que nada detendría aquel anhelante corazón…ella también sabía que nada lograría que aquel Brujo estuviera esperándola luego de que la última gota tocara el suelo.
Una vez juntos, las marcas del frío, de la guerra y del hambre se hicieron imperceptibles para ellos, que solo eran capaces de notar que estaban juntos otra vez.
Parecía como si los enamorados no hubieran sido los únicos quienes esperaban ese dulce momento. Las hojas teñidas de otoño, la cascada que caía con fuerza, las aves volaban siguiendo de cerca a Welenkín y Wilkilén, hasta las margaritas quisieron florecer antes de tiempo para presenciar aquel amor indescriptible que emanaban las miradas…
Dentro de una gruta escondida tras aquella cascada se encontraban el Brujo y la destrenzada.
-Nunca temiste de que yo notara el amor que tú sentías por mi…-dijo Welenkín mientras la miraba fijamente a los ojos.
-No creo que el amor se haya creado para ocultarlo, Vieja Kush solía decir que si te avergüenzas de algo es porque ese algo es malo…¿crees que mi amor es malo para ti?...
-…Creo que tu amor es el mejor motivo que me tiene aquí…
El Brujo la observaba y le sorprendía escuchar esas palabras de un ser al que todo el mundo, a veces él mismo inclusive, veían como una niña a la que quedaba mucho por recorrer…claro estaba que de lo poco recorrido ella había sabido tomar lo que realmente importaba…claro estaba que la que había hablado era una mujer enamorada.
Cuando el sol comenzó a sonrojarse ambos comprendieron que era hora de volver…
-¿Sabes que temo cada atardecer?...que sea nuestro último ocaso…que finalmente un día la luz de tus ojos deje de guiarme hacia ti…
-Los girasoles también temen que el sol no vuelva aparecer al día siguiente…pero el sol vuelve cada mañana…
Y se fueron, ella para la casa de madera, él a continuar con su rol de brujo, pero esa despedida no fue triste…porque Welenkín sabía que ella sería como los girasoles y que siempre esperaría su regreso…porque Wilkilén sabía que él era como el sol y que su luz la haría despertar cada día.