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 Intruso en el delirio

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Antonella




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Fecha de inscripción : 16/11/2011
Localización : Mendoza

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MensajeTema: Intruso en el delirio   Intruso en el delirio I_icon_minitimeMiér Nov 16, 2011 5:30 pm

Hola, soy Antonella del Colegio San Antonio. Escribí una historia junto a dos compañeros, Leandro y Mauricio, que queríamos compartir aquí. Esta surgió a partir de haber leído el primer libro de la saga "Los Dïas del Venado", espero que les sea de su agrado.

Instruso en el delirio

Hace miles de veranos atrás, cuando las tierras estaban unidas por una misma misión, existió una sabia y valiente anciana que salvó a un pequeño hombre llamado Cucub. Esta mujer arriesgó su reputación sólo por ser leal a una corazonada. Todo ocurrió cuando su hijo, Dulkancellin, nacido 32 lunas atrás, quiso matar a Cucub, porque este había perdido el brazalete que lo diferenciaba de todos los demás en la aldea.
- Si eres tú en verdad, Cucub, muéstrame el brazalete que te brindó el Dios del Sol.
- Si hermano- Cucub buscaba en su bolso el tan preciado objeto, pero sin encontrarlo exclamó entre sollozos- No, no está!! Juro que yo lo había colocado aquí-
En ese momento Dulkancellin mudó de semblante. Su rostro, comenzó a desfigurarse, hasta que parecía que mataría al pobre Cucub con sus propias manos.
- Tú, mereces la muerte por tu traición- Dijo Dulkancellin, con su característica voz firme, dirigiéndose a Cucub.
- Por favor hermano, estaba en mi bolso, no debo pagar por mi descuido con la muerte-
- Silencio, no me llames "hermano"-
La anciana, Vieja Kush, estaba segura de que Cucub decía la verdad. Él había perdido el brazalete, pero era de su aldea. No podía permitir que su hijo matara a un hermano, sólo por seguir un antiguo código. Por lo que por primera vez, hizo hacer valer el derecho que le había entregado el Dios del Sol, ya que era la mujer con más lunas vividas. Este consistía en poder, tres veces en su vida, tomar una decisión, aunque está fuera en contra de cualquier código o tradición.
- Hijo mío, por el poder que me adjudicó el Dios del Sol, dos lunas atrás, te prohíbo que le impongas la muerte a Cucub. Porque estoy segura que él es sincero.

Y así, gracias a la sabia decisión tomada por Vieja Kush, Cucub pudo salir ileso y Dulkancellin no tuvo otra opción que obedecer su deseo.
Luego de unas tres lunas, Dulkancellin y Cucub partieron rumbo a Beleram, la ciudad de las Estrellas, a terminar con la obligación asignada a ellos: representar su aldea en el Concilio, y así debatir sobre los extraños sucesos que acontecían en las Tierras Fértiles.
Las primeras millas pudieron sobrepasarlas sin ningún esfuerzo, pero luego tuvieron que tomar un receso en el Páramo de Fuego, debido a que Cucub no podía continuar…
- Perdóname hermano, mi cuerpo necesita reposar, no estoy acostumbrado a realizar grandes travesías, ¡a mi me gusta cantar! Eso sí puedo estar haciendo durante todo el día.
- Está bien, tomaremos un breve descanso, pero al caer la luna tomamos rumbo nuevamente, no nos queda otra opción.
- ¿Y por qué tenemos que hacerlo de noche mi amigo? Descansemos y por la mañana podremos viajar nuevamente frescos.
- Temo que no podremos hacerlo, correremos un grave riesgo si nos mostramos por estas tierras, los Pastores del Desierto son dueños de todo este territorio, y no olvides de los carroñeros del sur, esos ladrones aunque poco numerosos, no podremos hacerles frente de ninguna manera.
- Feliz estoy de tenerte como mi acompañante mi hermano Dulkancellin, sin ti acabaría hasta en las fauces de un indefenso lamello.
Al caer la noche, los dos viajeros partieron rumbo a Beleram; pero se desviaron unas millas, que los iba a demorar unos cuantos días más. Lo consideraron necesario, era un riesgo que debían tomar para pasar desapercibidos de todos los peligros que los asechaban.

En medio de la noche, la luna alumbraba tímida, y el bosque dibujaba tenebrosas criaturas; los dos viajeros en profundo silencio caminaban a paso firme. El crujir de algunas ramas les advirtió la presencia de otro ser que se arrimaba pausadamente. Sin miedo pero con la merecida precaución, se mimetizaron con el paisaje nocturno y quedaron a la espera de la aparición de esos pasos cada vez más cercanos.
Los corazones latían a muy elevada frecuencia, la irrigación sanguínea oxigenaba sus cerebros en forma veloz, preparándolos para responder al peligro ineludible. Hasta que repentinamente apareció un brujo desconocido. Sumergidos en la desconfianza, pero aliviados por visualizar realmente al peligro, intentaron descubrir el misterio.
-¿De dónde vienes?- Preguntó Cucub con voz firme, sin titubeos, que en el medio de la noche oscura sonó como un trueno.
-Soy Zilomoms un enviado del viejo Kupuka, soy otro de los Brujos de las Tierras por lo que no es casualidad, sino causalidad este encuentro.- Respondió tranquilo y hasta sonó convincente.
Cucub miró con desconfianza, tratando de esconder una mezcla de emociones que su corazón intentaba manifestar, hasta que decidido interrogó al viajero. -Cuéntame tu destino del viaje y ¿Qué sabes de nosotros? ¿Y por qué enunciaste la causalidad como motivo de encuentro?
Dulkancellin estudiaba cada movimiento gestual del brujo, tal como lo acostumbraban en su aldea de origen. No tenía claro, si eran sus ganas de encontrar nuevos aliados o tal vez la necesidad de repetir la historia tantas veces contada por Vieja Kush. Muchas veces en su memoria golpeaban los recuerdos de las historia sobre los personajes de ese lugar, que se solidarizaban con los objetivos nobles de los errantes pasajeros.
Zilomoms sin mirarlos a los ojos dio sus fundamentos.
– En astronomía no existe la casualidad, todo se debe al encuentro de las estrellas y los designios de la Luna. Mi destino era errático hasta este encuentro, ahora uniré mis fuerzas y conocimientos con la misión que ustedes deben traer... ¿o no?
Entonces nuevamente emprendieron a paso ágil el camino, con la compañía de Zilomoms. Pero la intriga de Cucub se transformaba en suspicacia para seguir ahondando en las respuestas del ser que intentaba un acercamiento poco confiable. Algo le indicaba que no debían darle a conocer el verdadero objetivo del viaje, como así tampoco dejarlo intervenir en la estrategia a llevar a cabo. Tal vez la oscuridad del sombrío bosque, el viento helado que golpeaba en sus pensamientos o la luna que se negaba a acompañarlos le indicaron que el peligro los acechaba.
Así mismo, Dulkancellin, empezaba a sentirse molesto por el diálogo que Cucub mantenía con el Brujo. Por eso su negativa de darle a conocer el lugar de la misión. Buscaba dentro de sus recuerdos el nombre de este Brujo, que aún sin conocerlo le generaba rechazo. Pero temía volver a confundirse, entonces decidió esperar la luz del día para ver en la profundidad de sus ojos sus verdaderas intenciones.


Cuando el sol abrió sus alas, una brisa recorrió la piel seca y arrugada de Zilomoms, quien se encontraba sentado en una roca con una mirada maléfica hacia Cucub y Dulkancellin. Los jóvenes viajeros se levantaron sobresaltados, como si el miedo les hubiese dado una bofetada.
- Un nuevo día comienza, no queda mucho tiempo, por lo que les sugiero que se apresuren a cumplir su misión- dijo Zilomoms.
- ¿De qué misión nos hablas?- Preguntó Cucub, intentando esconder el objetivo de su viaje, representar su aldea en la Casa de las Estrellas.
- Lo sé todo ingenuo hermano, sé a dónde se dirigen y por qué. Hace tantas lunas, que ya ni puedo recordarlas, el Dios del Mar, me entregó el poder de leer las mentes de las personas- dijo soberbiamente el Brujo de la Tierra.
Cucub y Dulkancellin no podían entender lo que sus oídos escuchaban. La expedición debía ser secreta, ni siquiera los animales podían enterarse de semejante viaje. Ahora el futuro de ellos pendía de un hilo, el enviado de Kupuka.
- Si es como tú dices, desearíamos contar con tu presencia durante el viaje, pero debemos pedirte una absoluta discreción- dijo resignado Dulkancellin.
- Cuenta con ello, hermano- respondió Zilomoms, aparentando no tener un plan macabro en mente.
- Es tiempo de seguir nuestro camino, el día se acerca y aún faltan muchos soles por caminar.- dijo Cucub, intentando dar fin a tan incómoda conversación.
La caminata pareció eterna, ninguno se dirigía palabra, sólo existía un entrecruce constante de miradas, de incertidumbre entre Cucub y Dulkancellin, de rabia e indiferencia hacia el Brujo de la Tierra. Cualquiera podría haberse dado cuenta de la desconfianza de los representantes hacia el nuevo compañero.
Luego de mucho caminar, los viajeros estaban agotados y se frenaron frente a una gran redundancia de agua. Parecía interminable, sin límites.
- ¿Dónde está Beleram? ¡Nos hemos perdido!- Gritó Cucub desesperado.
- Calma hermano, Beleram debe estar del otro lado de esta gran extensión de agua.- dijo Dulkancellin serenamente.
En eso, Zilomoms pudo ver sus debilidades y aprovechó para terminar con sus esperanzas. No podía permitir que llegaran a Beleram.
- Amigos, sólo hay una forma de llegar a la Casa de las Estrellas: creando un bote. El problema se encuentra en el material, debe ser un humano, para que flote en el agua y no corramos el riesgo de hundirnos. Para ello, uno de nosotros debe sacrificarse. Yo no podría ser, ya que soy muy débil y flaco, por lo que no podría ayudarlos, debe ser uno de ustedes.
- Pero, ¿Qué clase de disparates dices? Yo no me separaré de mi hermano Dulkancellin- dijo Cucub, con la terquedad de un niño- Debe haber otra forma de hacerlo, podríamos, podríamos.... pedir ayuda al Dios del Mar.
- El Dios del Mar fue quien me sugirió esto- mintió el supuesto enviado de Kupuka.
- Hermano Cucub y Zilomoms, ninguno de nosotros se sacrificará, a menos que, luego de revisar todas las posibilidades, descubramos que es la única alternativa- dijo Dulkancellin intentando templar las diferencias.
Todos comenzaron a buscar materiales para hacer un bote, pero nada parecía adecuado.

La fiebre del cansancio y la decisión apresurada, no eran buenas compañeras. Dulkancellin clavó su mirada en los ojos de su verdadero compañero, hasta llegar al laberinto intelectual, donde sólo encontró agotamiento e innumerables interrogantes. La capacidad de mirar a lo lejos de Cucub se había extraviado al encontrarse con Zilomoms; por lo que toda la responsabilidad del destino a seguir caía como una roca sobre su persona. Es así que por un momento dio la espalda al enviado de Kupuka para buscar una luz, una tímida llama de audacia para cargar con la misión y la subsistencia de ambos.
Sumergió sus pensamientos en lo más profundo de la masa de agua infinita, haciendo omisión a lo declarado en su momento por Zilomoms y se encomendó al Dios del Mar. Rápidamente sintió que su cuerpo se trasladaba a la dimensión de los Templos Sagrados, su intención no era la de pedir ayuda para llegar sin esfuerzo a Beleram, sino observar con claridad los pasos a seguir para conseguir el tan ansiado objetivo; recibió una señal que se asemejaba a una catarata de aguas heladas que cuando golpeaba su cuerpo veía la imagen de Zilomoms riendo sarcásticamente. Fue justo que al sacudir su cabeza escuchó nuevamente la voz de Cucub que intentaba despertarlo del trance.
No podía sincerarse con quien a esa altura olvidado de viejas desconfianzas ya era su hermano, pero de alguna forma le advertiría el riesgo que debían asumir si querían alcanzar la meta. Lo cual significaba el enfrentamiento más feroz con el personaje farsante, que apareció para entorpecer y concluir con sus vidas.
-Preciso contar con tu confianza, sabes que las palabras en mí no fluyen fácilmente, es importante que me permitas decidir por ambos. – Casi imploró Dulkancellin mirando al desesperado Cucub.
-¿Qué quieres hermano?- Con voz temblorosa e insegura preguntó Cucub. – ¿Es que has cambiado de opinión y piensas hacer una barda con mi cuerpo? ¿Vas a obedecer a Zilomoms?
El brujo maldito escondía sus pensamientos detrás de un burlesco gesto de soberbia. Jamás imaginó que en ese rapto de ausencia, Dulkancellin en el Templo había encontrado la verdad.
Con la mano extendida, el guerrero Husihuilke murmuró –Deja que tu corazón te indique mis propósitos, debemos unirnos en fuerza y espíritu para luchar contra el mal.
Zilomoms advirtió que la situación no era la esperada por él, giró ciento ochenta grados, extendió su mano, y con su dedo índice ordenó que los seres oscuros acudieran en su ayuda. Era el inicio de una lucha de poder y odio. Ahora eran dos contra uno, las manos unidas y fortalecidas en el espíritu guerrero, habían inyectado valor y destreza para rodear al intruso en sus caminos, Cucub sorprendido por la rapidez de los acontecimientos se concientizó de que no había espacio para las dudas, sino para luchar homogéneamente en pos de su fin.
Las habilidades malabaristas desarrolladas por Cucub, le permitieron confundir al enemigo de tal manera que Dulkancellin pudo atacar cruelmente a Zimoloms. En medio de conjuros inútiles el Brujo iba perdiendo consistencia y su imagen se diluía, tratando de escapar de la fuerza que a través de la Magia de la claridad adquirían cada vez más los viajeros iluminados.
En un grito desgarrante Dulkancellin advirtió que Zimoloms no era otro que el Brujo de las Tinieblas, cuyo verdadero nombre logró descifrar y comunicarle a su par.
-Muerte a Zilomoms, que se encuentra oculto bajo el manto del Odio Eterno.

En ese preciso momento, se cruzaron las miradas de Zilomoms y Dulkancellin, y éste pudo ver claramente las terribles intenciones que tenía este poderoso brujo: destruir todo por completo junto con Misáianes. El guerrero Husihuilke entonces vio en su mente distintas imágenes de su familia. debía hacer esto por ellos, pensaba él.

Dulkancellin comenzaba a correr hacia Zilomoms gritando como una manada de tigres a punto de cazar su presa, pero en ese momento no podía percibir donde se encontraba el brujo.

-Ja ja ja ¿Acaso piensas, que podrás siquiera tocarme? Soy el amo de la Magia Oscura, soy la mano derecha de Misáianes, su preferido.

Dulkancellin estaba cegado por la ira y la impotencia que le producía el brujo, y arremetió nuevamente contra él. En ese momento, no sólo veía a Zilomoms, sino que aparecieron cinco brujos iguales a él. Confundido, Dulkancellin desenvainó su cuchillo y lanzó un mortal golpe al cuello de uno de ellos, pero sólo pudo razgar al aire.

Sintió un dolor tan intenso en su pecho y apenas pudo ver la cantidad de sangre que perdía antes de caer al piso en un estado de shock. Su cuchillo había llegado a su pecho. Las imágenes que sucedieron después fueron muy extrañas: Cucub luchando contra Zilomoms y Kupuca corriendo a lo lejos lanzando conjuros con su bastón.
-Kupuka, Kupuka- Dulkancellin comenzó a perder fuerzas, y perdió la conciencia finalmente.

Dulkancellin despertó y se encontró tendido en una cama. Al principio creyó que había dormido mucho, luego de una larga pesadilla que todavía le flotaba en los márgenes de su memoria. Pero todo le parecía extraño: el techo esculpido con diversas formas que él no podía entender, lujosas esculturas por doquier y elementos que Dulkancellin nunca había visto en su vida.

-¿Dónde estoy?
-Estas finalmente en Beleram, hermano.
Kupuka se encontraba en una de las esquinas de la sala, fumando de su extraña pipa.
-¿Qué sucedió? ¿Y Cucub? ¿Y Zilomoms? ¡Voy a matarlo!
Intentó levantarse de la cama, pero Kupuka lo frenó con su pequeña mano.
-Hermano, todo lo que tuvo que pasar, ya pasó. Ahora vas a tener que recuperarte de tu profunda herida para así comenzar el Concilio. No van hacerlo sin ti.
-Todavía me es muy confuso, no logro entender que pasó realmente.
-Todo a su tiempo, todo a su tiempo- Dijo serenamente el brujo.
Luego de cinco lunas, Dulkancellin logró sentirse fuerte nuevamente, y se dirigió con Kupuka hacia el patio de la Casa de las Estrellas.
-Por favor, brujo, cuéntame todo lo que paso, no puedo resistir más, tengo que saberlo.

Y así Kupuka contó con lujos de detalle, su viaje por todas las Tierras Fértiles, corriendo siempre con peligros tras su espalda. Pero siempre tuvo el presentimiento que algo iba mal con los dos viajeros, así que tomó rumbo hacia su paradero. El Brujo pudo llegar justo cuando Dulkancellin yacía en el suelo, sangrando; y Cucub luchaba desesperadamente contra Zilomoms. "No tuve otra opción que utilizar su conjuro Expeledor para poder derrotarlo"- dijo Kupuka. Mientras preparaba el hechizo, Zilomoms se percató de esto y en ese mismo instante desapareció. El Brujo del Odio Eterno pudo escapar.

-Entonces volverá ¿No es cierto?- preguntó con ira el guerrero Husihuilke.
-Es lo más probable, pero no volverá tan vulnerable como esta vez, vendrá acompañado de los vasallos de Misáianes. Tendremos que prepararnos para la batalla-

El Concilio se celebró, y después de un largo debate con todos los representantes de las Tierras Fértiles, se llegó a la conclusión de que la batalla era la única solución para destruir todos los planes terribles que La Muerte tenía para ellos.





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MensajeTema: Re: Intruso en el delirio   Intruso en el delirio I_icon_minitimeJue Abr 19, 2012 6:24 pm

muy buena historia!! Dulkacellin y Cucub son el mejor grupo d amigos!! I love you
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