Hola a todos, me gustaría postear el primer Fanfic que hice con 2 compañeros de clase, en el que a partir de una situación dado por nuestra profesora aquí presente en el foro (Estela Petricorena) hicimos nuestra propia historia. La situación es la siguiente:
Kume y Kupuka han tenido encuentros secretos
Kupuka le brinda ayuda mágica
Kume logra su cometido
Vuelve victoriosoEspero que lo disfruten
Kume sobrevive, con la ayuda de Kupuka
El guerrero Husihuilke, de nombre Kume, después de enfrentar una gran batalla junto a Dulkancellin contra los sideresios, tomó su propio rumbo, para tratar de demostrarle a su padre y a todo el pueblo Husihuilke que no era un traidor, y que él estaba dispuesto a todo para recuperar su confianza. Las horas pasaban y Kume sentía que seguir él solo a los guerreros enemigos era perder su tiempo. Al cabo de un momento, encontró el escondite enemigo, era su tan esperado momento para demostrarle su honor a su pueblo.
Kume ya sabía que atacar la fortaleza de los sideresios era lo que debía hacer, pero se dió cuenta que era imposible conseguir la victoria siendo solo un hombre frente a un ejército. Por esto dispuso volver para encontrarse con el ejército de Dulkancellin, pero en el camino, se encontró con el Brujo de la Tierra, Kupuka. El viejo mago poderoso, lunático, y honrado, cubierto de tierra de tanto andar, con su piel cuarteada y reseca como un mármol disperso, y su bastón cubierto por plumas de las más extravagantes aves, viajaba solo por entre los caminos de las Tierras Fértiles.
Kume no confundiría a Kupuka con ningún otro Mago de la Tierra, sus ojos, que mostraban tristeza y sabiduría al mismo tiempo, habían visto cosas que harían estremecerse hasta al más fuerte y poderoso de los guerreros, ojos que unas vez vistos, no eran olvidados fácilmente.
Kume esperaba acercarse a él por sorpresa, pero como era de esperarse, el Brujo de la Tierra ya sabía de su presencia
-¿Necesitas un compañero de viaje, joven Kume?- Dijo Kupuka
-Aún no sé cómo lo haces, Kupuka. ¿Qué haces viajando solo en medio de la noche?- Dijo Kume
-La noche aún es joven, viajo en camino hacía las tropa de Dulkancellin, tengo noticias que pueden ser de gran ayuda para él y su ejército.- Dijo Kupuka
-¿A que te refieres?- Dijo Kume
-Me refiero a que he localizado la fortaleza más cercana de los sideresios, y tienen un gran arsenal de pólvora que podríamos destruir fácilmente con un poco de mi ayuda- Dijo Kupuka
-Me he adelantado, Mago de la tierra, vengo de ese lugar, pero hay una numerosa cantidad de soldados, además de una buena vigilancia y custodia del lugar, sin mencionar que para llegar hasta el campamento de Dulkancellin nos quedan varias horas.- Dijo Kume
-¿Que sugieres que hagamos?- Dijo Kupuka
-Sugiero que con tu ayuda, y mi habilidad como cazador Husihuilke, destruyamos su fortaleza. Dejaríamos a los sideresios inhabilitados temporalmente, y tendrían que pelear a puño limpio, en lo que parece, tendríamos la victoria asegurada.- Dijo Kume
-Aún no los hemos visto pelear con sus propias manos, no sabemos que trucos esconden bajo la manga.- Dijo Kupuka
-Confía en mí, Kupuka, confía en mí.- Dijo Kume
Kupuka no expresaba miedo en su rostro anciano, la magia de las Tierras Fértiles lo protegía y continuó con Kume hacia la fortaleza de los tan temidos sideresios.
-Necesitaremos ayuda mágica en esta difícil misión- Dijo Kume.
Kupuka respondió con una sonrisa, el mago había olvidado a su más fuerte aliada.Cuando lo recordó, su rostro cambió y partieron ambos con una actitud muy positiva, confiados en sí mismos para poder cumplir la misión que parecía una locura.
El camino hacia la fortaleza se hizo largo pero al fin llegaron. Un poco nerviosos, el joven Kume de hermoso rostro, tan bello como la brisa que se sentía en los mejores tiempos de las tierras fértiles y el anciano Kupuka, brujo de la tierra con el aspecto de la mismísima antigüedad , se escondieron justo detrás de unas colinas observando con cuidado cada movimiento de sus enemigos. Ellos no podían echarse atrás, ya habían llegado muy lejos como para acobardarse y sin otra opción que la de cumplir su objetivon, esperaron hasta que anocheciera para calcular el momento justo delatacar. Kume empezaba a sentir miedo, pero no podía dejar de lado su promesa, y debía tomar la responsabilidad que supone ser un guerrero Husihuilke.
-Es hora- Dijo Kume.
-Acabemos con esto- Dijo Kupuka.
Se acercaron sigilosamente hasta una parte sin defensa de guardias del campamento y atravesaron sin ningún problema la fortaleza. Claro que la magia ayudó mucho en ese momento. Visualizaron el primer enemigo que debían acabar; el guerrero Husihuilke atacó con una ferocidad inimaginable en sus ojos y con su espada que siempre lo acompañaba,. En un instante el sideresio se desplomó en el suelo con el cuello cortado y ambos avanzaron hacia el próximo intruso de las tierras fértiles. Al ver que este ataque sería más difícil, debido a que habían varios sideresios, se escondieron detrás de unos arbustos para planear mejor su ataque. Kupuka, con ayuda de su magia distrajo a los sideresios, haciendo que una bandada de pájaros volara muy cerca de sus cabezas; a su vez Kume se abalanzó y acabó de unos cuantos lanzazos a aquellos hombres que no podían entender qué era lo que estaba sucediendo.
-Ahora tenemos que infiltrarnos y pasar desapercibidos para ver dónde, cuándo y cómo tendremos que atacar- dijo Kupuka
-¿Qué esperas?, vamos, no podemos perder el tiempo- le respondió Kume
Caminaron un largo trecho, se encontraron con el final del gran fuerte y allí, justo en la esquina de este, divisaron una habitación custodiada por lo menos por cinco sideresios.
-Aparentemente, ese lugar esconde algo muy importante- dijo Kume.
-Si no me equivoco, es aquí el lugar donde guardan todos sus armamentos y ese poderoso polvo gris. Sin él, tendríamos una gran oportunidad para matar a gran parte de los sideresios fácilmente mañana con ayuda del ejército de Dulkancellin.- le respondió Kupuka
La victoria estaría asegurada si llegaba a cumplirse este honorable acto. El ejército de las Tierras Fértiles tenía como ventaja la habilidad, velocidad y ferocidad del venado a una distancia corta. En cambio los sideresios se encontraban muy a lo lejos y usaban sus armas que mataban en minutos y que además causaban un gran temor a cualquiera que las escuchase por su tenebroso estruendo. Sin esta ventaja, el venado tendría un triunfo seguro. Kume no podía permitir que los visitantes vencieran, sabía que tendría que armarse de valor y atacar con alma de Husihuilke como si fuera su última y más importante batalla. Y justo al momento de atacar, un áspero ruido intervino en el silencio. El guerrero y el mago, al voltearse, se dieron cuenta de que no estaban solos.
-Tenemos aliados.- Susurró Kupuka.
Kume volteó la cabeza y observó a los animales aliados del Brujo de la Tierra que se aproximaban a toda velocidad hacia los sideresios que custodiaban la habitación. Desde aves de gran tamaño con picos pardos y patas amarillentas, hasta animales de tierra de gran tamaño solo vistos en las Tierras Fértiles, altos y de pelaje áspero, bestias que aunque pesaban más que varios osos encimados, se veían tan musculosos como el mejor de los guerreros en la batalla.
La balanza estaba a su favor, una ayuda como esta, que parecía enviada por los mismísimos dioses, no podía ser ignorada. Kume tomo su lanza, y se abalanzó detrás de los animales. Kupuka solo se dispuso a subir al techo de una pequeña choza cercana, y comandar a los animales contra los enemigos que estaban en el lugar. El mago sabía, que en batalla no duraría mucho tiempo en pie.
Los animales empezaron la lucha contra el primer sideresio. Antes de que el enemigo pudiera sacar su arma, ya lo habían arrojado al piso y no le quedaba más que intentar zafarse y pedir por su vida. Pero nada podía hacer contra tan feroces bestias. El segundo y el tercero fueron contrincantes más difíciles, estos estaban más entrenados para la batalla. A pesar de que no consiguieron la victoria, pudieron herir a tres de ellos con sus poderosas armas. El cuarto y el quinto fueron presa fácil para Kume, al cuarto lo derribó de una patada en el pecho y luego le insertó su lanza, y al quinto le cortó el cuello con un cuchillo que llevaba entre su ropa. Kupuka estaba sorprendido, nunca había visto semejante hazaña en tan poco tiempo.
El mago bajó del techo en el que se encontraba, y se reunió con Kume. El Husihuilke miraba al mago como si él no hubiera hecho nada. Pero Kupuka, con una sonrisa en rostro, bien sabía que sin su ayuda los animales no hubieran sido tan organizados para la batalla. Hasta este momento las aves no habían tenido participación. El mago les ordenó a los animales quedarse afuera de la habitación y esperar.
Los dos guerreros entraron al cuarto. En ella se veía amontonares de pólvora puestas en bolsas y una cantidad infernal de armas a su alrededor. Lo único que iluminaba el lugar era una antorcha colgada de la pared.
-Debemos incinerarlo todo- Dijo Kume.
-Estoy de acuerdo contigo, pero también debemos pensar en que el fuego podría quemar nuestro plan.- Dijo Kupuka.
-¿A qué te refieres?- Dijo Kume.
-Me refiero a que, al quemar este armamento, estaríamos provocando una señal de humo en el cielo. No sabríamos si esto podría atraer a más sideresios al lugar y seguirnos en nuestro camino a Dulkancellin. Si esto sucediera, además de morir nosotros, moriría el ejército del venado.- Dijo Kupuka con un tono autoritario.
-Si no lo hacemos esto no habrá servido de nada. Si quieres dar una mejor solución, habla ahora, porque en un momento todos los sideresios estarán aquí.- Dijo Kume.
El mago no pudo decir nada, la decisión estaba tomada. Se dispusieron a amontonar todas las bolsas en una esquina de la habitación junto con las armas lo más rápido posible. Una vez todo arrinconado, Kume tomó la antorcha, y la lanzó sobre la pólvora. El fuego se propagó al instante, en un par de segundos toda la habitación estaba incendiada, y los guerreros se dispusieron a salir del lugar.
Pero cuando salieron, se encontraron con el peor de los temores. Una multitud de sideresios se encontraba afuera, luchando contra los feroces aliados de Kupuka. Afortunadamente, para los enemigos del brujo y el Husihuilke era prácticamente imposible matar a las alimañas sin sus armas. Asique toda la atención del enemigo se concentraba en ellos. Tenían que huir rápido del lugar, pero para eso necesitarían una distracción y dos animales que pudieran montar. Kupuka se encargó de la distracción, con la ayuda de su magia, una cantidad inmensa de humo llenó el lugar. Mientras tanto, Kume montaba un animal de cabellera y con una mano guiaba al otro animal hacia el brujo, que trataba de ayudar y guiar a los tigres y jaguares que ya medios malheridos y cansados se les hacía difícil luchar contra tantos sideresios. Dos enemigos lograron atravesar el muro que los animales habían formado con sus cuerpos. Allí se enfrentaron a Kupuka, al que no le fue muy difícil deshacerse de estos, ya que a pesar de que Kupuka no era el mejor en la batalla, podía combatir contra unos pocos sideresios desarmados. Kume a su vez ya montado en un animal de cabellera larga buscaba alguna salida porque cada vez estaban más acorralados y más desesperados al ver que uno de los aliados animales estaba desplomado en el piso, sin dar señales de vida.
Una gran sonrisa aparecía en el rostro de Kume en su cara. Había divisado un gran hueco en la esquina del cuarto donde antes estaba el gran armamento sideresio.
-¡Kupuka vamos!- Exclamó.
-Espera, no podemos dejar morir así de fácil a nuestros aliados.- Respondió Kupuka.
Al ver que Kume no le respondió, se dio vuelta pero él se había ido. Pensó unos segundos para tomar la mejor decisión, pero no tenía tiempo, ya quedaban pocos animales en pie. No alcanzó a darse vuelta y vio que varios sideresios se lanzaban sobre él. Entre estos estaba Drimus y Leogros, las dos personas más importantes del ejército que invadía las Tierras Fértiles.
Cuando Kupuka se dio cuenta de que su fin estaba llegando, pero Kume salió de entre dos sideresios y se deshizo de ellos en el aire, tomó a el brujo de la mano subió al animal que el joven montaba. Ambos escaparon de la fortaleza pero tras ellos iban Drimus y Leogros en dos animales con caballera. Luego de una persecución no muy larga, el Joven Kume decidió detenerse y luchar. En cuanto bajó del caballo empezó a correr hacia Leogros. Cuando lo alcanzó, saltó de una manera increíble hacia él, casi como volando lo tomó por el pecho y lo tiró del animal. Ambos cayeron bruscamente pero Kume logró pararse primero. Sus ojos expresaban una furia que asustaba hasta el mismo Leogros. Casi sin entenderlo, el contrincante de Kume sintió como la espada del Hijo de Dulkancellin atravesaba su pecho.
-¡Cuidado!- Gritó Kupuka
Drimus sacaba un arma de entre su ropa. Al ver esto el brujo se interpuso entre la bala y el hermoso Kume. El sonido del disparo dejo todo en silencio para escuchar el impacto de Kupuka contra el suelo.
Mientras Kume lloraba sosteniendo el cadáver del brujo, Drimus ya se encontraba muy lejos.
Dulkancellin estaba preparando el siguiente ataque, cuando de la nada vio e imaginó todo. Su más bello hijo llegaba en un animal con cabellera cargando a el valiente anciano...
FIN
Espero que lo hayan disfrutado y que no les haya resultado muy tedioso leerlo todo, espero comentarios, ¡hasta la próxima!